
El jugador patológico juega porque tiene pensamientos erróneos o irracionales en relación con la situación de juego y la posibilidad de influirán sus resultados. Sólo si existen estos errores o sesgos cognitivos, es posible explicar que los jugadores patológicos se impliquen de forma excesiva en esta actividad, pues la realidad es que los juegos de azar, por definición, no son controlables ni predecibles. Esta explicación se apoya en la constatación reiterada de que al enfrentarse a situaciones complejas (excesiva información) las personas suelen recurrir a “sesgos” que reducen o filtran la información, permitiéndoles controlarla y llegar a predicciones más fácilmente, aunque al basarse en información sesgada estas predicciones en ocasiones son incorrectas. Los juegos de azar, como tarea probabilística, son un ejemplo de situación compleja, en la que se “sesga” la información para simplificarla, pudiendo llegarse a consideraciones erróneas. Obviamente el “sesgo” o tipo de sesgos más relevantes en el caso del juego patológico debería ser el creer que se puede controlar o al menos predecir los resultados, pues sólo de esa forma tiene sentido jugar con el objetivo de ganar. Es probable, no obstante, la presencia de otros “sesgos”.
Así pues, si tanto jugadores como no jugadores presentan distorsiones cognitivas en relación al juego, la presencia de éstas, por sí solas, no parece constituir un factor suficiente para explicar por qué algunas personas juegan en exceso. No obstante, es posible que las distorsiones cognitivas tengan un papel relevante en este problema, pero sea necesario un análisis más minucioso.